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Enamorándome de mi esposa provisoria

Capítulo 163
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Capitulo 163 Kathleen se sentó a comer y Charles la miró. Piensas visitar i Samuel? – Mm-

ellaasintió. Ya no sabia que decir, ni Kathleen qucria dar explicaciones.

Tras terminar la cena, recogió la avena preparada y se dirigió al hospital.

Llamo despacio a la puerta al llegar a la entrada de la sala, pero no se oyó ningún ruido

dentro dela habitacion.

Empujo la puerta, entró y vio la lámpara de mesa encendida dentro de la sala Cuandose

acercó, vio que Samuel estaba sumido en un profundo sucño, con la tez pálida y los labios

un poco agrietados.

Llevaba una bata de hospital a rayas azules y blancas, que estaba desabrochada desde el

cuello hasta el pecho, dejando al descubierto su musculoso torso.

Parecia que se le dificultaba la respiración.

Tenía la frente, el cuello y el pecho cubiertos por una fina capa de sudor.

Kathleen se detuvo.

– Agua…

– su voz sonaba ronca.

De inmediato le sirvió un vaso de agua.

-Aqui tienes Samuel abrió poco a poco los ojos y la miró con los ojos apagados.

- Katie: - Toma, bebe esto - le ayudó a sentarse en la cama.

Se sentó, recibió el vaso de agua de ella y engulló el contenido.

Kathleen colocó una almohada detrás de su espalda para que se sintiera más cómodo

apoyado en el cabecero.

Luego, tomó el vaso y lo puso en la mesita de noche.

-Vi a Tyson cuando volvia.

Me dijo que tenías fiebre.

Samuel levantó la vista.

Sus ojos nebulosos se enfocaron.

-Le dije que no dijera nada..

-¿Por qué tu cuerpo es tan frágil? --frunció el ceño.

El hombre hizo una pausa y se cerró la bata de hospital, Kathleen estaba perpleja.

Qué significa eso -«No me digas que crees que me estoy aprovechando de li? – pregunto

incomoda-De todas formas no es la primera vezque veo lu cuerpo.

Ya he perdido el interés en el Los ojos Oscuros de Samuel brillaron: -Estoy siendo

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reservado.

Tienes algún problema con cso?-se abotonó la ropa y añadió con indiferencia-: Gracias por

visitarie.

-“Te he traido un poco de avena.

— Mm -asintió- ia comeré más tarde.

No tengo la energia para hacerlo en este momento Giró la cabeza hacia un lado para

mirarla.

-Anicnos que me des de comer…

–¿Por qué deberia alimentarte? ¿No está siendo reservado, Sr.

Macari? Creo que es mejor que me mantenga a una distancia segura de usted.

Samuel, guapo como era, la miró con una mirada sensual y pronunció con voz ronca: -No

es imposiblesi deseas ver mi cuerpo.

Te permitiré hacerlo si me das de comer.

Kathleen se quedó sin palabras.

Su estado de ánimo se aligero al ver la reacción resignada y avergonzada de la joven.

-Ya me voy -se levantó y estaba a punto de irse cuando el le agarró de repente la muñeca.

Kathleen se dio cuenta de que Samuel estaba muy débil cuando la agarró, a diferencia de

su habitual energia y vigor.

El disgusto llenó su bello y delicado rostro cuando giró la cabeza.

-¿Qué quieres? -Tengo mucha hambre; no he comido nada en un dia…

Ella frunció sus labios rojos.

-¿Por qué no le pediste a Tyson que te alimentara? -¿No crees que es raro que un hombre

alimente a otro? -replicó con disgusto.

Kathleen volvió a sentarse.

– Tyson tampoco es feo.

Los dos juntos son un espectáculo cautivador.

– Me temo que no comparto ese sentimiento.

La mujer vertió la avena en un cuenco y lo puso delante de él.

Entonces, agarró una cuchara, recogió un poco de avena y le dio de comer.

-Come.

-Su plácida mirada no revelaba ninguna emoción.

Abrió la boca y probó la comida.

Samuel no esperaba que Kathleen lo alimentara.

Recordó que una vez habia vuelto a casa después de haber bebido demasiado, lo que le

provoco malestar estomacal.

Ella tambien le habia cocinado avena por aquel entonces, incluso soplando sobre la

comida para enfriarla antes de dársela.

Sin embargo, habia dado por sentado su amable

gesto.

En ese momento, solo se dio cuenta de que era un hombre bendecido.

-Lo has hecho tu? – preguntó.

-Estoy demasiado ocupada para hacer eso - Kathleen sirvió otro bocado de avena Al

instante, pensó quela comida era sosa e insipida.

Aun así, se comió un cuenco entero porque estaba hambriento.

Una vez terminada, ella se limpió y le tendió la mano.

-El plano de Flobury no está aqui conmigo.

Te lo enviaré mañana cuando me den el alta del hospital.

-No quiero el plano.

Quiero tu mano, -Oh -Samuel levantó el brazo sin saber lo que ella planeaba hacer.

Le puso una mano en la muneca para comprobar su pulso.

El hombre no sabia que ella poseía tal habilidad, así que se quedó un poco sorprendido al

ver eso.

Lo miraba de vez en cuando y luego bajaba la mirada con el ceño fruncido, absorta en

suspensamientos.

Después de repetir la serie de acciones unas cuantas veces, preguntó: -¿Por qué tus

órganos internos estánen un estado tan frágil? Samuel curvó los labios: - No sabia que

eras experta en leer el pulso.

– Mi abuelo era practicante de medicina tradicional.

Lo aprendí de él -explica Kathleen.

-El viejo Sr.

Yoeger? – frunció las cejas.

- Me refiero al padre adoptivo de mi madre! Se rió.

Por supuesto, lo sabía.

– No intentes cambiar de tema.

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¿Qué te pasó?

– No lo sabes ya! –grazno.

-Yo – Kathleen estaba desconcertada.

-Qué cosa? Samuel hizo una mucca, sin saber si ella estaba tingiendo ignorancia -De

verdad no lo sabes? -entrecerrósus ojos pensativos.

Ella quedó atrapada en el más absoluto desconcierto -Que intentas decir? La miró con una

mirada gelida.

-No es nada Sin palabras, buscó en su bolso y sacó un papel y un boligrafo.

– Sera muy problemático quc vuclvas al estar sano.

Te escribiré una receta.

Los órganos internos de un humano son importantes, pero hay que tratarlos de a uno,

empezando por el hígado Samuel colocosu gran palma sobre la suave mano de ella.

-No es necesario.

-¿Por que? ¿Eres consciente de que esta receta es muy valiosa? Esos ricos empresarios de

Ciudad Norwal llegaron a ofrecermeuna enorme cantidad de dinero para tratarlos, pero los

rechacé.

El hombre la miró -Gracias, pero no tienes que hacer eso.

Kathleen frunció las cejas.

-Samuel Macari, esabes que no puedes vivir más de cuarenta años si no cuidas tu salud? -

Creo que me quedan más de diez añosde vida -respondió Samuel con frialdad,

imperturbable.

Ella fijó su mirada penetrante en el.

-Qué pasará con tu abuela y los demás si te ocurre algo malo: -Ya mori hace un año -dijo

inexpresivo.

Kathleen frunció el ceño.

– No tienes que preocuparte por mi.

Haré los arreglos necesarios ya que aún me quedan más de diez años de vida -Samuel

colocó ambas manos detrás de sucabeza y miro al techo.

-Esa es una suposición optimista.

Si siempre estás enfermo y sigues siendo reacio a cuidar tu salud, ideberias considerarte

afortunado si puedessobrevivir otros cinco anos! – Kathleen se quejó- Eres el único

heredero de la familia Macari.

Tu abuela y los demás quedarán destrozados si mucres.

Le lanzó una mirada de reojo.