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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 161
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Capítulo 161

Después de dejar a Alejandro en la escuela, Elias no se dirigió a la compañía, en su lugar, compro

desayuno y regresó a la casa de Anastasia, pues aún tenia la llave que ella le había dado. Con el

desayuno en sus manos, Elías le echó un vistazo a la habitación principal a través de la puerta al ver a

la dueña de la casa envuelta en una manta, sonrió antes de entrar. Si Anastasia supiera que Elías

estaría admirando su posición para dormir, se hubiera dormido en una mucho más atractiva; en ese

momento, ella se miraba como un gatito domado que dormia con profundidad y cambiaba de posición

de vez en cuando. Ni siquiera el hombre notó que su mirada era en extrema gentil y que había algo de

nostalgia en sus ojos cuando la miraba; mientras tanto, la mujer dormida yacía en su cama con las

extremidades estiradas. El sol brilló en su cara, mostrando su piel perfecta y sus labios rojos, lo cual

hizo que se mirara más seductora y a su vez ocasionó que Elías quisiera comérsela, pues estaba

ansioso de conocer su sabor.

En ese momento, lo que Anastasia estaba usando era ropa de dormir corta y su clavícula estaba

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expuesta, haciendo que el hombre tragara saliva de forma inconsciente, mientras que su manzana de

Adán se movía. Aunque Elías siempre fue alguien calmado y sereno, se derrumbó enfrente de esta

mujer, pues ella siempre tenia una manera de volverlo loco; al final, decidió dejar de verla, ya que se

sentía muy seguro de que ella sería suya, tarde o temprano y con eso en mente, salió de la habitación.

El reloj biológico de Anastasia siempre la hacia levantarse, pues no tenía el hábito de desvelarse; sin

embargo, fue el ruido de los autos de afuera lo que en verdad hizo que se terminara despertando. Abrió

los ojos y divagó por un momento antes de salir de la cama; con lentitud, se lavó la cara y los dientes,

luego salió para tomar un vaso de agua y casi le da un infarto del susto al ver a Elías sentado en el sofá.

– Tú… -dijo ella mirándolo fijo con los ojos abiertos de par en par para luego empezar a cuestionarlo con

una pizca de enojo en su mirada–. icPor qué volviste?!

CI

SU

– Te traje el desayuno –respondió con las cejas levantadas. Mirando hacia la puerta de su habitación, se

dio cuenta de que estaba muy abierta, entonces, ¿estaba en una posición donde él podía mirarla con

claridad cada que él quisiera?

«¿En verdad miró como dormía? ¿Babeé mientras dormía? ¿Me dormí en una posición vergonzosa?

¿Hablé dormida?», pensó mientras que sabia que la respuesta a su primera pregunta era muy obvia,

pues estaba segura de que Elías lo había hecho. Por razones desconocidas para ella, empezó a

sonrojarse, miró para abajo y se sintió aliviada al ver que todavía tenía puestas su ropa de dormir

habitual.

-Ya te puedes ir -dijo tosiendo un poco.

-Esperaré a que termines de desayunar, luego podemos ir juntos a la compañía.

-Está bien, tomaré un taxi, no necesitas esperarme.

-Pero estoy dispuesto a hacerlo -contestó Elías con su voz baja, sin pizca alguna de vacilación.

«¿En realidad cree que esta es su casa? ¿Por qué se queda en este departamento estrecho que tan

solo tiene tres habitaciones cuando literal, él tiene una mansión donde vivir?”, pensó Anastasia

frunciendo las cejas. Como ella se sentía hambrienta, caminó hacia la mesa y empezó a comer el

desayuno que le habían traido, luego volteó a ver al hombre que estaba sentado en el lado contrario y

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pretendió estar preocupada.

la camiste

Si ya -contestó Elias mirándola.

Qué hay de tu estómago? ¿Está mejor? -preguntó Anastasia, orando para que si estuviera mejor y que

no haya empeorado, de otra manera, se seguiría sintiendo muy culpable.

-Ya está mejor. Por favor, cuide mejor mi estómago de ahora en adelante, senorita Torres –resopló el

hombre haciendo obvio que estaba molesto por los eventos del dia anterior.

-Entiendo, tendré más cuidado de ahora en adelante -respondió sintiéndose culpable.

–Señorita Torres, tiene una postura para dormir adorable-declaro Elias, sonriente y satisfecho.

–N-no eres bienvenido a entrar a mi habitación sin permiso desde ahora. Es mi lugar privado, élo

entiendes? –advirtió usando sus derechos como propietaria del lugar.

Está bien, ya no volveré a entrar-respondió con pereza y levantando las cejas.

-Espero que cumplas con tu palabra -contestó Anastasia, resoplando y sin creerle por completo;

después del desayuno, ella decidió irse en el auto con el, pero cuando se subió, se dio cuenta de que ya

eran las 9:20 de la mañana.

« Dios mío! lOtra vez deje ir mi bono de asistencia completa de este mes!