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Capítulo 586
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Capítulo 586

Aunque Frida sabía que no habia sido justo con Amelia, temía que Serena volviera a perder a su papá.

Dorian no dijo nada, no hubo reacción alguna, solo abrazó a su hija en silencio.

Frida no pudo evitar mirar a Yael con preocupación.

Yoel le lanzó una mirada tranquilizadora que decia “no te preocupes“, pero no podía evitar sentirse ansioso mientras miraba a su jefe, pensando en como empezar a hablarle, cuando la voz algo incierta de Lorenzo sono detrás de él: “¿Señor Yael?”

Giró su cabeza hacia la voz y a Lorenzo, que había venido acompañando a Manuel y a Elisa, así que le saludó con una sonrisa: “Señor Lorenzo.”

Después de saludar, su mirada involuntariamente se desvió hacia Manuel y Elisa, a quienes también saludó sonriendo: “Señor Manuel, Sra. Elisa.”

Manuel parecía haber envejecido y estaba bastante demacrado, no sabía si era un problema de energia, pero ya estaba sentado en una silla de ruedas.

Elisa parecía estar en mejor estado, probablemente porque aún no sabía lo de Amelia, seguía tan despistada como siempre, pero con un espiritu joven.

Al ver a Yael saludando, Manuel también le devolvió el gesto con una sonrisa forzada, aunque su mirada se desvió hacia Serena, luciendo un tanto distraido.

Elisa también se sintió atraída por Serena y la llamó sorprendida: “Amandita.”

La niña se giró un poco confundida hacia Elisa, sin entender a quién estaba llamando.

Ahora que había crecido un poco, sus rasgos faciales se parecian cada vez más a los de Amelia de niña.

Manuel y Lorenzo no pudieron evitar quedar estupefactos.

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Desde que supieron que Amelia era Amanda, habian pedido varias veces ver a la hija de Amelia y también habian ido a su casa, pero Dorian habia bloqueado todas las posibilidades.

Después de tanto tiempo, esta era la primera vez que volvian a ver a la hija de Amelia.

Manuel y Lorenzo sentian una mezcla de emociones, como si tuvieran algo atorado en la garganta, y seguían mirando a Serena sin poder decir nada.

Solo Elisa estaba claramente emocionada, ya habia soltado la mano que sostenía la silla de ruedas de Manuel y se acercó a Serena con una sonrisa y agachándose ante ella, la llamó de nuevo: “Amandita, soy tu abuela.”

Serena insegura, miró a su padre sin saber qué hacer

Dorian le sonrió y le dijo suavemente: “Ella es la abuela de mamá, llámala bisabuela.”

Siguiendo sus indicaciones, Serena le dijo a Elisa con dulzura: “Bisabuela.”

El rostro de Elisa se tornó confundido: “¿No era para quellamaras abuela? Deberías llamarme abuela.”

Después de su confusión, pareció recordar algo y comenzó a hablar consigo misma: “No es cierto, mi Amandita ya creció, ya está muy alta y hermosa.”

Elisa se puso a comparar la altura de Amelia con sus manos y mientras lo hacía, volvió a ponerse nerviosa: “Hace tanto que no veo a Amandita, ni siquiera quiere contestar mis llamadas, ¿dónde

estará Amandita?”

Mientras hablaba, miraba instintivamente detrás de Dorian, buscando desesperadamente a Amelia.

Serena se asustó un poco por la reacción frenética de Elisa y apretó inconscientemente la mano de Dorian.

Él la abrazó suavemente: “No temas, la bisabuela solo ha olvidado quién es ella misma.”

El rostro de Serena se volvió triste y compasivo, el miedo que habia sentido antes ya había desaparecido,

Lorenzo se acercó y tranquilizó a Elisa con voz suave: “Abuela, Amandita solo se fue de viaje de trabajo, lo olvidaste?

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Cuando termine con eso, vendrá a verte.”

Manuel también se apresuro a calmarla: ‘Así es, no te preocupes, Amandita volverá después de un rato.”

Elisa finalmente se calmó de su agitación, pero todavia parecia perdida, mirando a Serena por un momento y luego hacia atrás, hacía Dorian, como si su cerebro, desgastado por el Alzheimer, no pudiera distinguir entre el presente y el pasado.

Serena la miraba con tristeza. No entendia qué era la demencia senil y mucho menos sabia quién era Amandita, pero sabia que su bisabuela no podía recordarla y que Amandita debía de ser una figura tan importante para su bisabuela como lo era su mamá para ella. Así que con su voz suave, trató de consolarla: “Bisabuela, Amandita volverá después de su trabajo, igual que mi mamá, no se preocupe.”

Las palabras inocentes de Serena calmaron de inmediato a Elisa, pero también hicieron que Dorian, Manuel y Lorenzo intercambiaran miradas complejas.

Dorian no dijo nada, solo la abrazó un poco más fuerte.

Manuel tenia los ojos llenos de lágrimas y temblaba al intentar hablar, pero no podia.

Lorenzo estaba igualmente conmovido, pero relativamente más tranquilo.

Se agacho y le dijo a Serena con voz suave: “Serena, soy tu tío, el hermano de tu mamá.”

Luego señaló a Manuel y dijo: “Este es tu bisabuelo, el abuelo de tu mamá ¿Puedes llamarlo bisabuelo?”

Dorian instintivamente abrazó más fuerte a Serena y la miró.

Serena dudó un momento antes de mirar a Lorenzo, luego a Manuel, negando con la cabeza dijo: “Mi mamá no tiene abuelo ni hermano.”

“Claro que si“, insistió Lorenzo, señalándose a sí mismo y a Manuel, “somos el hermano y el abuelo de tu mama.”

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Pero Serena seguía negando con la cabeza, tercamente: “No, mi mamá nunca volvió a casa, ella solo me tenia a mi.”

Las expresiones de Lorenzo y Manuel se tornaron aún más complicadas.

Dorian ya miraba a los hombres: “Señor Lorenzo, Señor Manuel, Serena está muy bien ahora, no necesita nada de su familia, espero que no la molesten más.”

Luego, dirigiéndose a su hija, dijo: “Serena, di adiós a la bisabuela y a los señores.”

Serena asintió y se despidió de Elisa con un “adiós bisabuela“, luego, usando el término formal “señor” para los desconocidos, se despidió de ellos y tomó la mano de su padre para irse.

Yael, que había estado en silentodo el tiempo, también se despidió cortesmente de ellos y fue tras Dorian y Serena, alcanzandolos en la caja.

Serena eligió muchos cuadros y adomos para colgar.

Dorian observó cómo la cajera escaneaba cada código de barras, sacó su celular y le mostró el código QR para el

pago.

Cuando guardó su teléfono, levantó la vista casualmente hacia la salida.

En mede la multitud bulliciosa, a Alejandro, solo, caminando apresuradamente a través de la gente.

Dorian fruncid ligeramente el ceño.

Desde la última vez que se despidieron en el crucero, Alejandro no había vuelto a ponerse en contacto con él y había salido al mar con el crucero.

¿Qué hacía de repente en Arbolada?

Al notar que Dorian miraba haclé la puerta frunciendo el ceño, Yael también miró preocupado y preguntó, “Señor Ferrer, ¿qué sucede?”

Dorian desvió la mirada, mirando a Yael: “¿Alejandro ha mencionado algo recientemente sobre querer comprar Puerto Fantasía?”

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Capitulo 586

“No, nada.” Yael lo miró confundido. “¿Qué pasa?”